Skip to main content

¿Por qué es importante la oración?

Introducción

Hoy vamos a ver lo que pudiera ser el aspecto más vivificante del tiempo diario a solas con Dios, la oración. Hay muchas ideas sobre lo que debería ser la oración. Hoy mi esperanza es aclarar lo que la oración puede significar para ti y para mí en este espacio que estamos creando para la presencia de Dios al mirar las Escrituras juntos y luego, en definitiva, hacer espacio hoy para orar realmente. Mi esperanza es que hoy se muestre un camino para que podamos caminar todos los días hacia una relación más profunda con Dios.

Pasaje Bíblico

¿Qué debo hacer entonces? Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento.

Música para reflexionar

Hay momentos | cover Gabriel de Jesús

Lectura Devocional

La oración es uno de los aspectos más satisfactorios de la vida cristiana. Es el tiempo en el que nos disponemos simplemente escuchar a Dios, poner nuestras vidas en sus manos y orar en respuesta a su propósito y voluntad. En 1 Tesalonicenses 5:17, la Biblia nos dice: “Oren sin cesar”. En Juan 14:13-14, Jesús declara: “Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré“. Pero quizás el pasaje más importante sobre la oración es cuando Jesús nos enseñó a orar en Mateo 6: 5-15.

Debido a que Vida Dos Veinte está destinado a despertar tu amor por Dios y llevarte a un encuentro transformador con él, no te guiaré a través de una exégesis de los versículos 9-15. Existen numerosos recursos (uno de los cuales señalaré en la lectura complementaria) para ayudarte a comprender mejor la profundidad y las aplicaciones de la oración modelo de Jesús. Sin embargo, quiero enfocar tu atención en los versículos 5-8 y llevarte a una definición más amplia para que tu vida de oración esté marcada por la cercanía de Dios. Recorramos ese texto y luego apliquémoslo como un modelo que usaremos diariamente en Vida Dos Veinte. En Mateo 6: 5-8, Jesús dice:

“Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan”.

Primero, Jesús nos enseña que debemos orar en secreto. ¡Qué Dios tan asombroso tenemos que desea encontrarse con nosotros en secreto! Todos nosotros tenemos un anhelo de conocer a nuestro Creador de una manera particular, exclusiva para nosotros. Todos necesitamos un lugar secreto con nuestro Creador. Es vital para nuestra relación con Dios que dediquemos un tiempo para escucharlo y para hablar con él en forma personal. Es en este lugar secreto donde nuestra relación con él se profundizará y nuestras vidas se transformarán radicalmente.

A continuación, Jesús enseña a no “hablar solo por hablar”, simplemente para que se escuchen nuestras “muchas palabras”. Jesús deja en claro que la oración se trata más de la relación con el Padre que las palabras que decimos. La oración tiene más que ver con el corazón que los labios. Se trata de abrir nuestros corazones a Dios y dejar que él nos muestre su plan de transformación tanto en nuestras vidas como en el mundo que nos rodea. También me gusta mucho esta idea: “La oración no es pedir. La oración es ponerse en las manos de Dios, a su disposición, y escuchar su voz en el fondo de nuestros corazones”. C. S. Lewis escribió: “No oro para cambiar a Dios. Oro porque tengo que hacerlo. Oro porque no puedo ayudarme a mí mismo. La oración no cambia a Dios. La oración me cambia a mí”.

¿Necesitas a Dios hoy? ¿Necesitas su presencia en tu vida? ¿Necesitas ser cambiado a través de un encuentro con tu Padre celestial? Tómate un tiempo en la oración guiada para “colocarte [a ti mismo] en las manos de Dios” y permítele cambiarte a través de su bondad y amor.

Guía de Oración

1. Tómate un momento para ponerte “en las manos de Dios”. Abre tu corazón a Dios y ríndele tu vida, para que todo tu ser sea completamente suyo.

“‘Baja ahora mismo a la casa del alfarero, y allí te comunicaré mi mensaje’. Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien. En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: ‘Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro? —afirma el Señor—. Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero’”. Jeremías 18:2-6

2. Tómate un tiempo para escuchar a Dios.
Pídele que ponga en tu corazón algo que él quiera cumplir hoy en oración. Podría ser una oración para ti, para alguien que conoces o para la nación en la que vives. A veces Dios habla con palabras, a veces con una inclinación o un pensamiento. Presta atención a todo lo que el Espíritu deposita en tu corazón y confía en su guía.

“Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento; si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido, entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios”. Proverbios 2:1-5

“Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20

3. Ora por cualquier cosa que el Espíritu ponga en tu corazón.
Pregúntale a Dios cómo orar por eso. Pídele a Dios su voluntad. Mediante la oración nos alineamos con el corazón de Dios y estamos de acuerdo con lo que él quiere hacer en nosotros y en el mundo que nos rodea.

Conclusión

A menudo hacemos que la oración sea mucho más compleja de lo que el Señor alguna vez quiso. El peso del cambio no descansa sobre nuestros hombros. Solo Dios sana y transforma. Así como la salvación se trata de recibir el regalo que Jesús ya pagó, la oración se trata de decir que sí a lo que Dios ya quiere hacer. Nunca tenemos que rogarle por misericordia o compasión. Él es un Padre lleno de gracia a un nivel que nunca comprenderemos. Pero es en la oración que descubrimos la gracia que Dios tiene y nos abrimos para ser transformados por ella. Y a través de la oración, estamos de acuerdo con lo que Dios desea para los demás, para que podamos colaborar con él en lo que anhela que ocurra en el mundo que nos rodea. Que tu vida de oración se llene con la plenitud de Dios y su poderoso amor.

Lectura Complementaria: Lucas 18:9-14, la oración del fariseo y el publicano.