No te quiero animar para considerar, pensar o simplemente albergar la idea de congregarte. En lugar de eso, te invito a que deliberadamente planees, te organices y ordenen tus semanas y meses para ser parte de cada uno de los estudios.
Las iglesias locales existen para mostrar al mundo la gloria y el amor de Dios. Son un lugar a donde los necesitados pueden aprender, crecer y servir. Y esto lo hacemos fijando nuestros ojos en el evangelio de Jesucristo, confiando en él para salvación, y amándonos unos a otros con la santidad, unidad y amor de Dios.
Aquí estamos – Marcos Vidal | cover Tu Primer Amor
Hebreos exhorta explícitamente a sus lectores a «no [dejar] de [congregarse], como algunos tienen por costumbre» (Hebreos 10:25). El Nuevo Testamento ofrece un modelo, establecido por los apóstoles y los primeros discípulos, de reunirse regularmente el primer día de la semana para escuchar la predicación de la Palabra, partir el pan y ayudar con donativos para los creyentes con necesidades (Hch. 20:7; 1 Co. 16:1-2).
¿Qué obstáculos vemos en los miembros de la iglesia que les impiden reunirse? La vida transcurre, por supuesto. No debemos ser legalistas. Nos enfermamos o debemos viajar. Pero debemos exhortar y animar a nuestra congregación a obedecer a nuestro Señor y su palabra.
Una manera de hacerlo es promoviendo las reuniones de la iglesia. Recuerda a los asistentes anunciando cada semana que volverán a reunirse la siguiente semana. A través de la oración y el discipulado, las mentes y los corazones pueden cambiar para ver la asistencia a la iglesia no simplemente como un hábito o una rutina, sino también como una cuestión de obediencia.
Todo el mundo quiere crecer. Aunque los propósitos de Año Nuevo suelen consistir en un entrenamiento físico, recuerda a tu rebaño que también debe cuidar su salud espiritual, a la que la Biblia da prioridad (Mt. 10:28, 1 Ti. 4:8).
Una de las mejores cosas para nuestras almas es acudir a la iglesia y escuchar la predicación de la Palabra de Dios. La Biblia es clara al respecto: Dios crea y sostiene la vida sólo a través de su Palabra (Sal. 119; Ez. 37; Jn. 1:4-5, 17:17; Ro. 10:17; He. 1:1-2). Un alma que no digiere consistentemente la predicación expositiva corre el riesgo de marchitarse y morir.
Los pastores y líderes deben mostrar su propia necesidad cuando no sea su semana para predicar sentándose en primera fila. Deben mostrar a su iglesia que la fuente del alimento de su alma es la misma que la de ellos.
Así como debemos reunirnos por el bien de nuestras propias almas, la iglesia entera también se beneficia. Las metáforas de la Escritura para la iglesia —una familia, templo, casa de Dios— todas comunican la unión de aquellos que están en Cristo.
No podemos obedecer a los mandamientos de «unos a otros» sin los demás. Al reunirnos con hermanos y hermanas en Cristo, estamos haciendo posible que entre nosotros obedezcamos los mandamientos de Dios de amarnos y animarnos unos a otros. ¿Puedes creerlo? Sus miembros pueden ministrarse unos a otros con sólo asistir.
Recientemente, un miembro mayor de mi iglesia compartió que su cáncer había regresado. Nos afligimos como iglesia. Pero al ver que ella y su esposo continuaban asistiendo fielmente y adorando a Dios como su protector soberano y Padre amoroso, también nos sentimos alentados como iglesia.
Mientras tus miembros están agobiados por las pruebas de la vida, su compromiso continuo de reunirse con el pueblo de Dios muestra brillantemente la obra del Espíritu Santo en ellos. A cambio, su familia ve y es fortalecida.